El hilo dorado

Una respuesta poderosa a la pregunta de por qué el Nuevo Testamento se enfoca tanto en los temas geemelos de Jesús y el reino de Dios es que quedan de manera precisa con los dos tipos de necesidades humanas (“el problema”) que hemos considerado en capítulos anteriores. Notamos que para el problema de la “imagen completa” en la sociedad en general hay un problema más fundamental y sistémico que nos impacta a todos – el problema de la naturaleza humana, el pecado y el egoísmo. Precisamente es esto con lo que se lidia y se remedía con el gran trabajo que Jesús logró la primera vez que estuvo en la tierra. La muerte de Jesús como un sacrificio por los pecados crea una solución potencial al problema sistémico de pecado y nos habilita a cada uno de nosotros como individuos a volver a una buena relación con Dios. Si entendemos las cosas que tienen que ver con el nombre de Jesucristo, su vida y su trabajo entonces estaremos cara a cara con la solución de Dios a nuestras grandes necesidades como individuos. Nos estaremos enfocando en esto en los capítulos siguientes. 

¿Cómo voy a llegar ahí?

¿Pero y qué pasa con la sociedad en general? Todo está muy bien para ti o para mi para tener el potencial para una buena relación con Dios a través del trabajo de Jesús, pero ¿qué pasa con esos problemas de la sociedad en general como la contaminación, guerras, explotaciones, tensiones sociales, abusos, crímenes, enfermedades y dolencias y cosas similares? ¿cómo van a resolverse – y cuándo?

Pensando en ello de manera abstracta, hay varias respuestas teóricamente posibles en cuanto a una solución que pueda alcanzarse en cierta medida, pero solo una representa la verdad. Podría ser, por ejemplo, que Dios va a llevarse a sus seguidores lejos de la tierra y les permitirá tener una mejor existencia en otro lado – pero esto no es en definitiva el mensaje de la Biblia. Alternativamente, podría ser (podemos suponer) que la sociedad mejorará gradualmente con la ayuda de Dios: se volverá más culta, más sofisticada, más espiritual; resolveremos gradualmente más y más de estos problemas hasta que la tierra esté completamente transformada en el tipo de lugar que Dios pensó originalmente. Pero esta no es la enseñanza de la Biblia tampoco.  

No, la Biblia no ofrece ninguna de esas dos esperanzas. En cambio, deja muy en claro que en el futuro Dios ubicará su reino aquí en la tierra en dónde estos problemas globales serán al fin resueltos. Este ha sido siempre su plan, y lo llevará a cabo como lo ha prometido repetidamente durante los cientos de años desde que la Biblia fue escrita. Tomará lugar cuando mande a Jesús de regreso a la tierra de nuevo (la “Segunda Venida”) para ser el futuro rey del mundo. Esto, entonces, es el segundo de los dos elementos cruciales del mensaje de Dios en la Biblia – las cosas concernientes al reino de Dios. 

Una historia más grande

Estos elementos gemelos sobre Jesús y el reino, también se encuentran a lo largo del Antiguo Testamento, así que la Biblia entera esta unida por estos temas. Justo el inicio, en el preciso momento cuando Adán y Eva pecaron por primera vez, Dios habló sobre su plan para el futuro: que un día un descendiente especial vendrá y peleará contra el pecado y la muerte y los conquistará de una vez por todas. Mas adelante Dios hizo grandes promesas a un hombre llamado Abraham (el padre de ambos, la gente judía y la árabe) quien hablo sobre el futuro reino de Dios y la venida del Señor Jesús, quien sería descendiente de Abraham. A Moisés (el que liberó a Israel de la esclavitud en Egipto y les dio los Diez Mandamientos) Dios le habló de nuevo acerca de un nuevo profeta que sería como el y más grandioso (una vez más, estaba hablando sobre Jesús). Y también a David, el arquetípico rey del Antiguo Testamento, y a los profetas como Isaías y Daniel, Dios les habló a ambos sobre el futuro reino y sobre el Señor Jesucristo quien un día sería enviado por Dios. 

No es exageración decir que la Biblia entera está llena de promesas de Dios – forman un pulso rítmico que hace avanzar todo hacia adelante, una y otra vez hacia el gran futuro que Dios está planeando para el mundo. Las promesas de Dios son consistentes, fundadas en sabiduría y entendimiento infinitos, y se repiten como un redoble insistente que apuntala la Biblia entera. La gran solución de Dios es algo que fue prometido cientos y miles de años antes y ha sido siempre parte de Su gran diseño. 

El hilo dorado

Se vuelve aparente, entonces, que Dios no haya llegado gradualmente a la conclusión a través de tiempo que tal vez sería buena idea mandar a Jesús como el centro de su propósito; siempre fue el plan de Dios hacerlo. La idea de Jesús puede encontrarse en el Antiguo Testamento años antes de que naciera – ya sea en promesas, profecías específicas, o a través de simbolismos y ejemplos trabajados en las vidas de personas creyentes que pronosticaron a su Señor. El Antiguo Testamento está, a su modo, enfocado en el Señor Jesucristo en igual medida que en el Nuevo aunque aún no había nacido cuando fue escrito. Habiendo visto, entonces, este ritmo apuntalando la Biblia entera, hace perfecto sentido ver la Biblia como un libro, en vez de des enfatizar o favorecer con una parte o la otra (ya sea el Antiguo Testamento o el Nuevo).

La vida, muerte y resurrección de Jesús, es tan importante que está grabada cuatro veces en los cuatro Evangelios. Pero en realidad toda la Biblia se centra en el trabajo de Jesús. El Antiguo Testamento lo esperaba, lo predecía, y lo presentaba los problemas a los que El es la solución de Dios. Los libros posteriores del Nuevo Testamento como las cartas de Pablo y los otros escritos del Nuevo Testamento elaboran sobre su vida y su importancia irremplazable como el eje del gran propósito de Dios para llenar la tierra con Su gloria. En los capítulos que vienen deberemos enfocarnos en Jesús y su papel crucial en el propósito de Dios. Cuando hayamos hecho eso podremos ver los planes de Dios por establecer Su reino aquí en la tierra.

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